En el siglo XV, Sevilla ya era una de las principales ciudades de la Corona de Castilla. Tenía 50 000 habitantes y era una escala en el tráfico comercial entre las ciudades italianas del Mediterráneo y las tierras de Flandes e Inglaterra. Comerciantes francos y genoveses, entre otros, tenían allí delegaciones permanentes y una influyente comunidad judía participaba en los negocios comerciales.
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