En general, los países con gobiernos democráticos tienden a asegurar la igualdad de derechos para todos y, en consecuencia, permiten ejercer y disfrutar de la diversidad: se promulgan leyes que garantizan el reconocimiento a profesar cualquier religión o a que nadie sea acusado por ser inmigrante, o menospreciado por tener una discapacidad, etc.
En muchos países desarrollados del mundo occidental ha progresado el llamado Estado del bienestar. El estado construye equipamientos e infraestructuras en beneficio de toda la población y administra también los servicios públicos que pertenecen a todos por igual.
Las personas tienen acceso libre, universal y equitativo a la enseñanza, la sanidad, los medios de transporte, las prestaciones sociales...
Por ello, a pesar de que la sociedad sea diversa, el Estado asegura un reparto equilibrado y unas mínimas condiciones de calidad de vida y bienestar para todos los miembros. Los gobiernos evitan asín muchas desigualdades y desequilibrios sociales internos.
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